miércoles, 12 de noviembre de 2014

Historias Curiosas 1: El Incidente del Equinoccio de Otoño

Con esta entrada inauguro una nueva sección en el blog sobre historias curiosas que normalmente la mayoría desconocemos y que merecen la pena ser conocidas.
La historia de hoy os va a hacer flipar en colores, así que vamos a ello.
El mundo que podemos disfrutar, con sus cosas buenas (como el jamón de bellota o Bruce Springsteen) y sus cosas malas (como las acelgas o el reggaeton)   se lo debemos, aunque os parezca mentira, a una única persona.
¿Quién ha pensado en Dios?
¿Tú?
Sal de esta página por favor.

Ejem! Bueno, después de esta iterrupción y volviendo al hecho que nos ocupa... como iba diciendo, le debemos nuestra existencia tal y como la conocemos a un sólo hombre que durante unas horas tuvo en sus manos el destino de la humanidad.

La media noche del 26 de Septiembre de 1983, en un mundo gobernado por el recelo de la guerra fría y el miedo a la guerra nuclear definitiva, pudo ser la última noche para millones y millones de personas.

En aquella fría noche del 26 de Septiembre en el Bunker Serpukohv - 15 (Moscú) todo parecía estar en calma, y nada podía hacer sospechar lo que estaba a punto de ocurrir.

De pronto a las 00:14 (Hora de Moscú) la calma se tornó en angustia, saltaron todas las alarmas, un satélite de alerta temprana de la URSS acababa de detectar una fuente de calor ascendente desde el este, en la línea del Horizonte. Sus características correspondían con las de un misil balístico intercontinental que podía haber sido lanzado desde la base de Malmstron (Montana, Estado Unidos).


Al lado del "botón rojo" de respuesta nuclear inmediata se encontraba nuestro protagonista, Stanislav Yevgráfovich Petrov, Teniente Coronel de la Fuerza de Misiles Estratégicos del Ejército Ruso. (Imaginaos la papeleta). En el bunker todos se miraban entre sí pensando en la que se les avecinaba, mientras se apresuraban a recibir instrucciones precisas para activar la cadena de mando que daría respuesta al ataque.

El nerviosismo iba en aumento porque Petrov no se movía, sólo pensaba: "¿Es una alarma auténtica o puede ser un error de lectura del ordenador del Satélite?".

Stanislav Petrov decidió que podía ser una falsa alarma y ordeno parar la alerta roja y esperar.
El tiempo jugaba en su contra.
Los camaradas se hacían de cruces (acordándose de su abuela, que seguro que cocinaba como los ángeles, pero que había parido a la madre del mamón que estaba a punto de condenarles a una muerte segura).

Poco después volvieron a dispararse las alarmas de nuevo, cuando el satélite ruso detectó una, dos, tres y hasta cuatro fuentes de calor nuevas ascendiendo por el Este.

En ese momento Petrov, con la mayor sangre fría que un ser humano puede haber tenido jamás, se tomó unos minutos de reflexión (Según declaró después, "No se pueden analizar bien las cosas en sólo un par de minutos. En esos momento uno tiene que guiarse por la intuición.")Tras estos minutos, dos posibilidades rondaban su cabeza:
1. Los misiles nucleares intercontinentales podían provenir de diferentes bases.
2. El ordenador del Satélite Militar tenía "algún cable flojo" y se equivocaba.

Al fin se decantó por la segunda opción, tenía que ser un fallo del satélite, y si no en unos minutos no iba a quedar nadie en aquel lugar que le pudiera echar la bronca, así que se sentó y ordenó esperar, en lo que de seguro, fueron los minutos más largos de la vida de aquella pobre gente.

"La gente no empieza una guerra nuclear con solo cinco misiles. No tuve otro remedio que esperar hasta que los radares los detectaran cuando penetraran en nuestro espacio aéreo. El primer misil tardaría unos 18 minutos en aparecer. Esos minutos de espera fueron los más terribles que he experimentado en toda mi vida. Llegó la hora, pero los radares no mostraron nada. Me quité un enorme peso de encima". (Stanislav Petrov).

La desesperación, la angustia y la impotencia que atenazaba los corazones de los presentes en aquel Bunker, desaparecieron de forma súbita cuando el sonido de las sirenas enmudecieron de repente.

Stanislav Petrov había acertado.

Pero, ¿Qué ocurrió entonces?.
En esas fechas cercanas al Equinoccio de Otoño, el satélite ruso, la Tierra y el Sol, se alinearon. Los primeros rayos del sol naciente que comenzaba a elevarse en el horizonte, impactaron con el ángulo exacto necesario para que los satélites interpretaran las señales térmicas de los rayos solares como si de rastros térmicos de misiles nucleares intercontinentales se trataran.

¿Qué fue de Stanislav?.
Pues que lejos de ser considerado como un auténtico héroe, cayó en desgracia por no haber activado de forma automática el protocolo de respuesta, por lo que lo relegaron del mando de la estación de seguimiento, y lo reasignaron a funciones de inferior categoría.

El gobierno ruso ocultó el hecho y hasta 1998, año en que se desclasificó la información sobre el incidente.

El 21 de Mayo 2004, la asociación de ciudadanos del mundo (Association of World Citizen) le concedió el premio "World Citizen Award", que constaba de una estatuilla y 1000 Dólares.

En Enero de 2006, Las Naciones Unidas homenajeó en su sede a Petrov y le fue concedido un segundo premio de la asociación ciudadanos del mundo.

En la actualidad, vive en una pequeña población rusa, con una modesta pensión y sin que apenas nadie sepa que Stanislav Yevgráfovich Petrov salvó el solito este mundo.
Si queréis saber más, existe un documental que lleva por título "The Red Button & The Man Who Saved The World" realizado en 2008.

Ah! para no olvidarnos del momento musical ¿Sabéis qué música triunfaba en aquel momento?
Pues aquí os dejo un fantástico ejemplo. El mítico "BEAT IT" de Michael Jackson.

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